sábado, 3 de octubre de 2009

LOS NIÑOS Y NIÑAS... “Entre Soles y Lunas”


En un ejercicio académico realizado en el Colegio y Liceo C.e.n.i de la Ciudad de Montevideo, alumnos entre 10 y 15 años fueron actores del debate sobre las migraciones, la diversidad y el desarrollo “Del Campo a la Ciudad” promovido por Mariela Espino, profesora de Geografía. En este ejercicio plasmaron pensamientos, expresiones artísticas, posiciones y reacciones sobre el mundo en que se vive.

He aquí una breve muestra de los cuentos de estos “pequeños” escritores:

DON ZOILO
Don Zoilo vivía tranquilo con su esposa, con sus hijos y su caballo trabajando de peón de campo, hasta que tuvo que irse a vivir a la ciudad debido a que su esposa estaba mal de salud y no había hospital y si lo hubiera no contarían con dinero para costearlo.
Ahí emprendió viaje con la mujer en el potrillo y el y sus hijos caminando al lado. Luego de días, llegó a la capital. No fue fácil encontrar un lugar donde establecerse pero finalmente se ubicaron en un predio abandonado donde con “requechos” logró construir una casa.
Zoilo tuvo que trabajar de “cuida coches” y su mujer fue internada en el hospital. Con todos estos problemas sus cinco hijos no pudieron estudiar.
Manuel Marconne


JOSÉ
José tuvo una sola hija y quedó viudo muy joven., se encargó de cuidar a su hija y educarla. Pero todo se complicó cuando ella le manifestó que quería estudiar para ser veterinaria. Ellos vivían en el campo y allí no había más educación que la que le brindaba la escuelita rural que, tristemente cada año se quedaba más vacía porque los padres de los niños que estudiaban allí se mudaban a la capital por diversas razones pero, sobre todo, buscando nuevas posibilidades de trabajo.
Don José decidió enviar a su hija a estudiar y ella partió con unos pocos ahorros que había ido guardando gracias a su trabajo en la agricultura.
Años después y mientras su hija estaba terminando su carrera universitaria, empezó a enfermar y tuvo que llevarlo con ella, ya que en el campo no había donde atenderlo cerca y salía muy caro que él estuviera yendo y viniendo del campo a la ciudad.
Desde entonces José tuvo que “adaptarse” a la ciudad y, aunque consiguió un mejor empleo, tenía acceso a servicios que en el campo no tenía y su salud iba mejorando.
El seguía añorando su tierra, su vida en el campo, el aroma de las flores y de la tierra mojada, y, sobre todo, a sus animales. En la ciudad tenía la compañía de un perro y un gato… pero él sentía que no era lo mismo y que ya nada volvería a ser igual.
Valentina Suárez


Al dueño del caballo…
Desde pequeño los padres le enseñaron a ordeñar vacas y a cosechar a mano plantas que los proveían de granos u otros alimentos.
Ya de grande, en el 2002, el joven de 28 años poseía una familia compuesta por dos hijos y su esposa. Vivían en pleno campo en una casa de barro y paja construida por ellos mismos.
El joven trabajaba en la chacra de su patrón cultivando vegetales y ordeñando vacas. Cierto día su patrón lo llamó para hablar con él en privado, le mostró una serie de máquinas impresionantes que podían hacer lo que él hacía en menos tiempo, más cosechas y más leche, en una hora lo que él podía recoger en un día.
Con problemas económicos y encima desempleado decidió mudarse con su familia a la ciudad donde los empleos abundarían y no tendría más problemas.
En la actualidad con 35 años, trabaja en una fábrica de Conaprole, donde trabaja haciendo controles de productos y sus problemas económicos mejoraron… el dueño del caballo vive feliz en un apartamento con su familia.
Luis Ignacio Hourcade