Lugar: Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay.
Junio 23 de 2011
Palabras de la Directora de
"Entre Soles y Lunas"
Para mí, como migrante y como latinoamericana, que mejor que empezar este planteamiento trayendo a José Arcadio Buendía, aquel recordado personaje de Gabriel García Márquez en Cien años de Soledad y quien fuera en cientos de kilómetros un migrante nato… porque parece que llevó en la sangre el partir, el viajar, el migrar…. Y para este tema traigo este pequeño fragmento de un diálogo con Ursula, su esposa, quien le dijo:
• No nos iremos. Nos quedaremos aquí porque aquí tuvimos un hijo.
• Aún no tenemos una muerte –contestó José Arcadio. Una persona no pertenece a un sitio hasta que hay algún muerto enterrado…
Su esposa Ursula le respondió:
• Si me tengo que morir para que ustedes se queden, me muero.
Este texto viene cargado de un contenido que hoy es raro entender pues no es usual que alguien esté dispuesto a morirse para que sus familiares se queden en el mismo lugar por siempre ni tampoco que estén dispuestos a comenzar una migración perpetua por seguir al patriarca.
Hoy somos miles de José Arcadio Buendía viajando por todas partes en medio de tantos claros y oscuros, pasando tantos soles y tantas lunas de la vida. Somos seres humanos por naturaleza dinámicos y en movimiento, nos quedamos, nos marchamos, descansamos y volvemos a empezar, siempre entre esa ambivalencia del quedarse y la determinación de marcharse… constante eterna de la migración.
Todo cambia, todo es dinámico y, no necesariamente, el “el dar a luz a un hijo en un lugar determinado” es garantía para “pertenecer”, ni tampoco el “tener familiares enterrados aquí o allár” nos permite decir que ese lugar nos pertenece y mucho menos es garantía para convertirnos en ciudadanos o pertenecer a una aldea, a un pueblo, a una ciudad o a un país.
Todos nos movemos en la certidumbre de las incertidumbres que nos ofrece un mundo en movimiento. Un mundo en donde el derecho de emigrar es aceptado universalmente pero que a la vez se coarta sistemáticamente desde hace décadas, cada vez con mayores restricciones en una flagrante contradicción a la libertad humana.
Esa libertad innata en el ser humano que esta presente, desde sus orígenes, para moverse y probar suerte en otras tierras; constante implícita y tan antigua como la historia de la humanidad, desde cuando esos primeros migrantes natos, nuestros ancestros, encaminaron sus pasos, salieron y se repartieron por el mundo desde África, esa misma África que hoy, igualmente parte, se mueve y llora, bajo otras circunstancias… por el hambre y la miseria, en una movilidad que continúa y que no tiene una razón convincente que nos lleve a pensar que esos flujos migratorios cesarán en un futuro cercano. Es un proceso social, con su lógica y dinámicas propias… que no tiene porque parar mientras el ser humano requiera buscar alternativas de vida. Situación que, además, sustenta una de las tantas razones que nos hablan de la poca efectividad sobre alguna de las tantas políticas de inmigración… que se recrudece cuando existe la incapacidad de percibirlo así.
Porque mientras exista distribución desigual de recursos entre las naciones del mundo y la inequidad entre los hemisferios sur y norte se mantenga es poco razonable esperar reducciones sustantivas en los flujos de la migración global. Y más, si entendemos que las razones que motivan la migración son tan diversas como aquellas para quedarse… guerras, torturas, dificultades económicas, opresión, pocas oportunidades de educación, trata de personas, reunificación familiar o, simplemente por aspirar a una vida mejor.
Es un hecho social que implica al individuo, al grupo familiar y a la sociedad misma y, que toca y afecta, a los núcleos de origen como a los de destino. Es que la migración se sustenta en su por qué y su cómo, con causas y consecuencias que tienen relación con ese mismo individuo, con su familia y con las comunidades en las cuales se desenvuelve. Pero también implica un marco general relacionado con las condiciones socioeconómicas de las regiones comprometidas en este proceso y un marco microsocial, relacionado con el individuo y su entorno familiar, por ello mismo la complejidad de este tema.
Porque migrar va mucho más allá… encierra en sí mismo un “viaje” que conlleva la esencia que significa abandonar un lugar con todo su contenido ambiental, histórico, sociocultural y familiar para asentarse en otro que posee contenidos diferentes: paisaje, lengua, costumbres y normas a las que se le suman emociones, miedos, ilusiones, esperanzas... por ello, el hecho de migrar supone pérdidas y hallazgos, aportes y aprendizajes…
Movimiento permanente que no es del hoy ni del ayer sino de miles de años acumulados y que nos permite encontrar esta diversidad y riqueza cultural de la que hemos venido siendo testigos a través de los tiempos.
Esa misma riqueza que, si queremos, podemos seguir construyendo y tejiendo para dar aporte y soporte a las futuras generaciones o, por el contrario, liquidarnos y limitarnos a un mundo de pobreza cultural sin ese bagaje abierto y dinámico del encontrarnos en la diferencia.
El movimiento permanente de los pueblos debe llevarnos a pensar en otras direcciones y a proponer políticas migratorias acertadas tanto en los países de origen como en los receptores para, intentar, alcanzar y preservar la rica herencia de la humanidad, para producir esos procesos culturales que con el tiempo impactan en los rasgos de identidad.
Aunque hay que entender que, talvez, esto que planteo sobre el aporte que las migraciones brindan a la construcción de cultura e identidad de los pueblos tenga tantas resistencias y aristas, totalmente respetables, como posiciones, conceptos y planteamientos, es indudable el gran aporte que ellas provocan al desarrollo de los pueblos y su enriquecimiento cultural.
Se que es una postura que puede resultar espinosa y que queda totalmente abierta al debate, planteamiento no fácil tampoco en otros momentos de la historia en donde ha contado con simpatizantes y detractores, caso que podemos observar cuando investigadores y científicos han entrado en franca lid de conceptos; unos a favor, otros en contra como es el caso de Horace Kellen, académico norteamericano, quien argumentaba hace más de 100 años que asimilar culturas étnicas a la cultura principal era contrario a los ideales democráticos, porque la identidad propia consistía, en parte, en identificarse con una herencia étnica particular. Pero, por los mismos tiempos, Randolf Bourne hacía llamados urgentes para preservar las culturas inmigrantes. Bourne argumentaba que la integración progresiva de los inmigrantes en la sociedad receptora transformaría la cultura principal generando un proceso dialéctico cuyo resultado sería una cultura nueva, rejuvenecida y dinámica.
El abrir la mente para entender estos procesos nos permiten evaluar en la resultante del hoy cual puede ser la verdad… lo cierto es que las migraciones aportan a otros factores determinantes como; idioma, religión, sistemas políticos, instituciones legales, costumbres, modales, arquitectura y tantos otros etcétera en donde, para validarlo o simplemente analizarlo, basta contemplar nuestros entornos y adentrarnos en los pasados. Estamos inmersos en la diversidad y eso es lo que nos enriquece, eso es lo dinámico…
Estudios sociales recientes dan razón y valoran que la supervivencia y diversidad de culturas es lo que permite tener certezas sobre la identidad colectiva y coherencia de grupo a sus miembros y esa identidad y coherencia, a su vez, generan homogeneidad y estabilidad social.
Porque la identidad colectiva y la coherencia de grupo así como la tierra y la propiedad se heredan de las generaciones previas y se transmiten para afirmar conceptos y valores; tanto así que terminamos hablamos la lengua de nuestros padres porque, parece ser que, entre las características heredadas el idioma es un factor indispensable para mantener la identidad cultural (el idioma turco es un buen ejemplo de este tipo de transmisión cultural… siendo ucraniano-altaico, la mitad de su vocabulario es de origen turco pero ha tomado vocablos del árabe, persa, griego y otros idiomas europeos en razón a las influencias interculturales, fenómeno que vemos también en la riqueza de la lengua española, en el francés, inglés y tantos otros); aprendimos la fe que otras generaciones creyeron o talvez no, lo cierto es que las creencias y prácticas religiosas siguen constituyendo una parte esencial de la vida humana en algunas culturas e imprimen sentidos de pertenencia e identidad debido a que se considera que los aspectos funcionales de las religiones y los rituales facilitan la cooperación dentro de un grupo, evitan que los individuos se distiendan y ayudan a que se comprometan con los otros miembros; cargamos también, de alguna manera, con tradiciones políticas y sociales que nuestros grupos de origen practicaban aunque con el pasar sean transformadas o modificadas; y, también cargamos con la herencia étnica en donde surge la cultura compartida y ascendencia común real o asumida que marca junto con el idioma y la religión uno de los constituyentes de cultura específica. Todos estos y otros elementos nos permiten conservar la identidad cultural y también la diversidad cultural.
Es así como a medida que nos movemos en esa constante de relacionamiento que nos hace seres sociales, curiosos y cambiantes seguiremos forjando esta América que no es ajena a estos procesos para llenarla de sonidos, colores, aromas, sabores, ritmos, lamentos, melancolías, usanzas, acentos, modismos y tantas otras riquezas que la hacen exótica, vibrante, única e irrepetible como cada uno de los seres que la componemos en el ahora.
Porque America Latina es hermosamente negra, mulata, mestiza, indígena, blanca, amarilla…. Es amor, dolor, sueños y alegrías que conviven en un lienzo multicolor que la hace especialmente expresiva e impactante a los sentidos...
Todo esto es producto de las tantas migraciones que han llegado a estas tierras a través de los siglos, aportando en diversas direcciones y enriqueciendo la pluralidad que hoy poseemos.
En este hoy que nos corresponde vivir, en donde la movilidad humana esta afectada por factores diversos “Entre Soles y Lunas” entiende que es un derecho que debe ser asumido con responsabilidad, en legalidad, con información y, de ser posible, con elementos que permitan mejor inclusión en esos nuevos espacios que se desean, antes de asumirla de manera intempestiva e irresponsable… salvo aquellos casos en que la vida corre peligro y se debe huir para salvarla acogiéndose a la buena voluntad de los Estados.
Porque entendemos que estamos en un mundo globalizado en donde nos enfrentamos y convivimos con otras y nuevas tendencias y políticas migratorias que nos llevan a otros escenarios en los cuales debemos actuar bajo los rigores que implica el poder movilizarse y, por ello mismo, consideramos que nuestro aporte debe ir en una dirección que, para nosotros es fundamental: la educación, la sensibilización y la comunicación… tanto en puntos de origen como de destino para buscar que la interculturalidad sea más propositiva y aporte para reducir, sin lastimar ni herir, los impactos que surgen al establecerse el intercambio y consideramos que se debe ser responsable en el valorar y aportar a la armonía social.
Es vital, entonces, que las comunidades migrantes no se vuelvan un retazo indeseable sino que se constituyan en parte integral de las sociedades receptoras, que logren insertarse en la escala social sin perder sus valores culturales específicos siendo a la vez aportantes en la construcción permanente y cambiante de la identidad y del Patrimonio.
Por todo lo anterior, consideramos que es hora de empezar a ver a las migraciones como lo que son y han sido… sacándolas de ese lugar oscuro y duro en que han caído en los últimos años: criminalización, victimización, lastre, problema… adjetivos que hoy aparecen estrechamente vinculados con la Migración.
Desde nuestro modesto lugar, creemos que es hora de empezar a verla con ojos humanizantes, constructores, positivos y aportantes.
Por todo lo anterior pretendemos, se entienda, que el “Encuentro Iberoamericano sobre Migración y Patrimonio” es una puesta en valor para destacar y resaltar la forma en que las migraciones humanas han venido y siguen aportando en la construcción del patrimonio material e inmaterial de los pueblos; queremos poner en escena, de cara a la sociedad local, regional e internacional, el aporte al desarrollo que produce esa diversidad humana que, con sus expresiones, viaja inmersa en cada individuo en su propia búsqueda personal o conjunta.
En el “Encuentro Iberoamericano sobre Migración y Patrimonio”, queremos hablar sobre ese patrimonio que se redescubre en cada hallazgo arqueológico, histórico, etnográfico, tecnológico; en cada expresión religiosa, lingüística, artística, artesanal, gastronómica, arquitectónica o folclórica; en obras de arte, libros, manuscritos, documentos, artefactos, material audiovisual, objetos manufacturados y de carácter antropológico...
Queremos conocer costumbres, tradiciones, procesos históricos y científicos que permitan la conservación de la diversidad cultural rica en etnias, expresiones y cosmovisiones; buscamos generar espacios para compartir el legado patrimonial que se construye, define y consolida a través de las producciones humanas que trascienden fronteras y que se gestan en el espíritu mismo de las culturas, alimentándose de la riqueza material, espiritual, intelectual y afectiva fruto del entramado intercultural propio de un mundo en constante vibración y movimiento… Y queremos que ustedes, Ministerios, Representaciones Diplomáticas, Organismos internacionales e Intendencias Departamentales presentes, se apropien de este espacio para, entre todos, hacer que sea visible lo evidente: el lado positivo, constructivo, humano y propositivo que la Migración como actividad inherente al ser humano, lleva implícito.
Porque somos “Patrimonio en Movimiento”.